En 1979, se inició el rodaje de María de mi corazón. En un lapso de 93 días, ya estaba lista para presentarse en las salas de cine mexicano. Con el apoyo del Sindicato de Actores Independientes (SAI), el largometraje se convirtió en clásico del cine independiente de los años ochenta. Cuatro décadas más tarde, este filme de Jaime Humberto Hermosillo podrá ser visto nuevamente en la Cineteca Nacional desde el viernes 28 de junio. El realizador mexicano había dirigido hasta entonces películas como La pasión según Berenice (1976), Naufragio (1978) o El cumpleaños del perro (1975). En colaboración con el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, relató María de mi corazón como un melodrama donde su protagonista, María, tiene que pasar por distintas pruebas para demostrar su cordura en medio de un mar de locura. La cinta ganadora del premio a mejor largometraje de ficción en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI) de 1981 presenta dos personajes: María (María Rojo) y Héctor (Héctor Bonilla), viejos conocidos y amantes que se encuentran de nueva cuenta. En una tarde de lluvia, María queda atrapada en la carretera y un camión se acerca para auxiliarla; sin embargo, este rescate se convierte en un encierro cuando la confunden con una paciente de una institución mental. Durante su estreno en el gobierno de José López Portillo, se sabotearon y cancelaron varias de las funciones que estaban programadas y la Secretaria de Gobernación terminó por prohibir la exhibición del filme. En 1982, Jaime Humberto Hermosillo resguardó las cintas en la Cinemateca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y, posteriormente, las latas que contenían los negativos se trasladaron a la Cineteca Nacional para su restauración. María de mi corazón causó controversia por haber sido subsidiada por una cooperativa entre los actores, directores y demás colaboradores, además de haber sido apoyada por la Universidad Veracruzana con un presupuesto de 80,000 dólares. Al respecto, el director de la Cineteca Nacional, Alejandro Pelayo, mencionó en entrevista con Proceso: “Consideramos que es una película fundamental del cine independiente mexicano de los años ochenta. Cuando ya no hay posibilidades de hacer un cine financiado por el Estado”.
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