El 30 de septiembre, Cineteca Nacional llevó a cabo una nueva sesión de Experiencias de Archivo, en la cual se abordó el tema Arqueología del registro, actividad relacionada con el registro audiovisual de la conservación y restauración de monumentos, piezas prehispánicas, figuras de culto, edificios históricos, museos y elementos de escenografía utilizados en la filmación de películas.
El evento contó con la presencia de Mariana Hernández, historiadora de arte; Sofía Arévalo Gallardo, subdirectora del área de acervos de la Cineteca Nacional; Paola D’Rugama, restauradora, y Tania López Espinal, moderadora, quienes celebraron el trabajo que se ha efectuado en Cineteca para la creación de un acervo digital dedicado al almacenamiento de materiales que testifiquen la labor de conservación y restauración de bienes culturales en México, a partir de la segunda mitad del siglo XX.
Hernández, quien trabajó en la Coordinación Nacional de Arqueología de 2012 a 2018, comenzó este proyecto a petición del arqueólogo Francisco Ortuño Cos, luego de recibir una lata con cintas de 16 milímetros que contenían el registro de trabajo arqueológico en Tula de Allende, Hidalgo, en 1951. Gracias al apoyo de Tania López Espinal, restauradora de material fílmico en Cineteca Nacional, pudo concretarse la digitalización de tales registros.
Sobre la filmación en la zona arqueológica de Tula, Hernández explicó: “esas latas llegaron porque Jorge Acosta, quien fuera arqueólogo de mitad del siglo XX y trabajara en Teotihuacán, Monte Albán, Cholula, Palenque […] le pidió a su chofer que filmara los procesos de trabajo arqueológico en ciertos sitios”.
Mientras tanto, Arévalo habló acerca del descubrimiento, en la Coordinación Nacional de Conservación, de una colección desconocida que incluía el registro de actividades de restauración de materiales de escenografía que fueron finalmente descartados para el rodaje de una película. Alrededor de 30 rollos mostraban la restauración de papel, escultura, pintura mural, etcétera.
También insistió en la importancia de la fundación de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en 1968, institución dedicada a la formación de restauradores e investigadores que fomentan la conservación y difusión de los bienes culturales del país.
Por último, D’Rugama compartió su experiencia como restauradora de figuras de culto, murales y edificios históricos, así como el papel del INAH como autoridad que concede los permisos de conservación de los bienes culturales. Asimismo, señaló que, para realizar este tipo de actividades, es necesaria la elaboración de una propuesta de intervención, la cual otorgue a los restauradores una licencia para continuar con su trabajo.
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